martes, 5 de agosto de 2025

Memoria

Con el paso de los años soy más consciente de lo valiosa y sin embargo volátil que es la memoria. Tratas de retener recuerdos que se te escapan como agua entre los dedos, mientras que conservas otros que no te importaría olvidar. Como en tantos otros aspectos, tu control tiene un alcance limitado. Más vale aceptarlo y fluir. Idealizas momentos felices que el tiempo tiñe de nostalgia, pero otros se van perdiendo en las brumas del olvido.

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo". Sin duda hay vivencias que marcan, permanecen agazapadas a buen recaudo en algún  rincón del alma y solo necesitan el detonante adecuado para salir a flote.


Tener buena memoria es un arma de doble filo, pero creo que aún en los peores casos posee un sentido. Cuanto más erróneas fueron las decisiones, mayor fue el aprendizaje. Como premio de consolación no está nada mal. Eres lo que eres gracias a ellas, aprovecha el poso de experiencia y lucidez que dejaron.

Lo peor es la memoria que se pierde con las personas que van desapareciendo, pues se llevan con ellas información de la que en el peor de los casos nadie más dispone. Como afirma Pérez-Reverte, “cuando alguien muere, muere el mundo que conoció”.

Considero fundamental recordar, tal vez porque soy historiadora. No solo por aquello de que el pueblo que no conoce su historia está destinado a repetirla, sino por mera curiosidad sobre quiénes somos y de dónde venimos. La mayoría de esas respuestas, nos guste o no, se encuentran en el pasado. No creo que sea necesariamente mejor como los antiguos romanos, pero estoy convencida de que en bastantes aspectos se ha retrocedido.

En cualquier caso la memoria que más me interesa es la relacionada con aquellos que me importan. Los que me regalaron su presencia, haciendo mi vida más bonita. Quizás por eso escribo, hago fotografías compulsivamente, pregunto, trato de rememorar los momentos felices . La mayoría de ellos tienen nombre y apellido. Y eso es lo que me resisto a que caiga en las despiadadas garras del olvido. Sé que permanecerán vivos mientras alguien los recuerde. 

"La memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede tan deprisa que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la secuencia de los actos, por eso mi abuela Clara escribía en sus cuadernos, para ver las cosas en su dimensión real", escribió Isabel Allende en La casa de los espíritus.

2 comentarios:

  1. Que difícil recordar todo aquello que uno quisiera. Que complicado mantener vivos todos esos nombres, esas personas, que nos fueron haciendo el camino más ameno, más entretenido, o inclusive más complicado, pero que al fin y al cabo dejaron una huella que el paso de los días intenta arrebatarnos...

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    1. Así es, y esa certeza produce una gran impotencia. Cada cual tiene sus mecanismos para combatir el olvido, pero aún así a veces nos gana la batalla. Los que dejaron huella nunca se olvidan, eso reconforta

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