miércoles, 7 de mayo de 2025

Del profundo mar en calma

Ya sea el mar de Homero y Ulises, el querido Mare nostrum (“será porque mi niñez, sigue jugando en tu playa...”) por el que transitaron tantas civilizaciones que constituyen el sustrato cultural nuestra historia o la inmensidad del Atlántico que baña las costas de Andalucía Occidental y nos conecta con el continente americano (prefiero pensar que nos une a que nos separa), siempre me ha parecido un tesoro de esos que la vida te otorga sin esperar nada a cambio.

Sería un privilegio tenerlo más cerca, aunque me las suelo apañar  para disfrutarlo. Sobre todo la costa granadina y la gaditana, que son las que más frecuento. No es “el mismo mar de todos los veranos”, pues muta como el agua de los ríos. Sin embargo me devuelve sensaciones dulces como el almíbar.

Anhelo impaciente la primera escapada playera del año, que se produjo recientemente. Representa el pistoletazo de salida de la temporada, uno de los más valiosos regalos que trae la primavera. Me resetea, posee un componente terapéutico que me inyecta bienestar. Debería imponerse por prescripción médica. Apuesto mi biblioteca a que a la mayoría nos alegra el alma como un rayito de sol.

Me atraen las historias de piratas, los naufragios y mapas del tesoro, las aventuras náuticas. Conrad, Stevenson, Melville y otros tantos. Profeso particular devoción a “Los barcos se pierden en tierra”, esa compilación de artículos revertianos en los que plasmó su pasión marítima.

Entre mis antepasados se cuentan un buen número de marinos, como Manuel Montes de Oca o Pascual Cervera. Quizás las leyes de la genética tengan algo que ver, aunque nos separen varias generaciones.

La mera contemplación del mar me resulta hipnótica y sedante. En mi ranking particular pocos momentos se pueden equiparar a esa hora mágica en la que el astro rey tiñe su superficie de reflejos dorados. Nunca he visto atardeceres como los gaditanos, en los que se va escondiendo tras el horizonte dejando una estela anaranjada.

Hace años empecé una novela con el mar como protagonista, pero la he interrumpido tantas veces que no sé si llegaré a acabarla algún día. Como decía Almudena Grandes, cuando te bloquees abandona esa historia y dedícate a otra. Y le hice caso. Tiempo atrás publiqué un relato corto titulado “Los secretos del mar”.

Me resulta inspirador, el summum de la desconexión. Es el lugar al que siempre deseo volver, pues la energía que me aporta no tiene rival.

Así que mi mente ya está fantaseando con la siguiente dosis, deseando que esa adicción jamás se extinga. 

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